La Rebelión de la H


Mi nombre es H.
Soy la octava letra del alfabeto. También me dicen que soyla sexta consonante del alfabeto latino básico. Lo que quiera decir eso. Este día marca el inicio de mi ausencia.

La casa verde


Después de muchos años de tormentas llegó la calma. Habiendosorteado muchas vicisitudes durante más de dos lustros, me detuve frente a lacasa donde crecí. 16 años habían pasado que salí de ahí y hoy, aquí frente aella me doy cuenta que nunca me despedí como se debe.

Un silbido en la madrugada


Volvió a suceder. Mientras escribía escuchó a alguien silbando La Reina de la Noche de Mozart. Eran las dos de la mañana.
No le hubiera preocupado escuchar a alguien silbar tan hermosa pieza, aún a esa hora, como no le había sorprendido las veces anteriores.

La muerte de la musa

El escritor se jactaba de sus grandes escritos y de la cantidad de lectores que en sus lecturas diarias incluían los escritos escritos por el escritor.
Un día decidió que no necesitaba musa. Su propia inspiración era el origen de tan grandes aciertos literarios y cada letra, cada palabra y cada frase emanaban exclusivamente de su voluntad y su impresionante capacidad para ser capaz. Esa fue su decisión, no se supo nunca si decidió lo que decidió de la noche a la mañana o fue un proceso paulatino de desmusación.

El duque, el caudillo y la princesa.

Érase una vez en la Ciudad de las Rosas que el gallardo duque de Ambaró se reunió con los sabios y juglares del gran y único Reino del Colibrí. Como regalo, el duque llevó una mula que, dijo el duque, creció junto a las fuentes de sus territorios. Al presentar el regalo, mencionó que esa mula era descendiente de una yegua pura sangre y de un burro muy fino. La mula, fiel a su noble ascendencia, era la solución a los problemas de transporte de las mercaderías de la Ciudad de la Rosas y sería el ejemplo para criar más mulas similares en todo el reino y así tener 140 años de paz y prosperidad para todos los súbditos.